En varias zonas del estado se da un aprovechamiento sin control, e incluso clandestino, de los recursos forestales. Investigador de la UdeG opina que la solución del problema consiste en impulsar un buen manejo de los bosques.
La madera es un recurso cada vez más aprovechado en la construcción, como combustible y para la fabricación de papel, tarimas y muebles. La fuerte demanda de este material ha vuelto común su explotación sin control por distintos sectores.
“Parte de esa demanda de madera la abastecemos de México y otra con la importación de productos forestales. Una parte se produce en bosques donde existen autorizaciones de aprovechamiento y programas de manejo para la producción comercial de madera; otra se explota directamente en comunidades rurales, y otra porción importante es la que se extrae clandestinamente, es decir, sin que exista un permiso. Esto es frecuente en bosques relativamente cercanos a zonas urbanas donde hay demanda de madera”, explicó el investigador del Departamento de Ecología y Recursos Naturales, del Centro Universitario de la Costa Sur (CUCSur), Enrique Jardel Peláez.
El experto, quien ha estudiado el tema por más de 35 años, mencionó que a través de un programa de manejo, las autoridades realizan estudios técnicos para definir o estimar cuánta madera o árboles podrán aprovecharse de una zona en condiciones en que pueda ser reemplazada de manera natural por medio del crecimiento de los árboles, por plantación y por el aumento de la masa forestal. No obstante, reconoció que existen zonas en las que se tala más allá de lo permitido.
Un caso actual es el del ejido Juanacatlán de Tapalpa, que se encuentra a hora y media del centro de Guadalajara. Con alrededor de siete mil hectáreas, los ejidatarios han denunciado que desde hace por lo menos seis meses existe tala de árboles sin marca, es decir, de especies de pino que las autoridades no han autorizado para que pudieran ser aprovechadas forestalmente.
Algunos integrantes del ejido calculan que varios ejidatarios han talado de manera clandestina, en ocasiones de noche y otras de día, por lo menos 200 árboles o 350 metros cúbicos.
Preocupados por la situación en la que se encuentra el bosque, a través del comisariado del ejido buscan realizar las denuncias correspondientes ante la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) y darle seguimiento al caso.
Los ejidatarios mencionan que otro problema es que los aserraderos de la zona reciben la madera sin la documentación legal, por lo que sospechan que otros ejidos podrían estar enfrentando una situación de tala clandestina similar a la que ellos viven. Indican que insistirán para que en los próximos días las autoridades vigilen los bosques y no continúen dañándolos.
La intensidad del problema varía según “el temporal y zona geográfica. Por ejemplo, en Tapalpa llega a darse este tema, pero a su vez hay ejemplos de buen manejo forestal. En la región de la Costa de Jalisco ha habido clandestinaje de maderas duras tropicales que tienen alto valor y que incluso salen exportadas clandestinamente. En zonas como Michoacán el clandestinaje se llega a dar por organizaciones que se dedican a otras actividades ilegales, incluido el narco”, dice el investigador.
Refirió que las consecuencias de esta tala sin control pueden ir desde la pérdida de la estructura del bosque, reducción de las existencias de madera y daño ambiental.
Para el investigador de la UdeG, este no es un problema de vigilancia: “El problema es de la forma en cómo se organiza el manejo de los bosques. En los lugares donde hay permisos de aprovechamiento forestal, comunidades indígenas, ejidos o propietarios particulares que están interesados en conservar su bosque y al mismo tiempo aprovecharlo para generar empleo o ingresos, no son tan frecuentes los problemas de tala clandestina porque los dueños lo protegen”.
Desarrollar buenas prácticas de manejo y sensibilizar sobre el tema es la manera de combatir el problema, a decir de Jardel Peláez, ya que “un bosque manejado provee servicios ambientales y la producción de un recurso con valor económico. Donde hay aprovechamientos forestales persistentes y planificados, no hay un problema de tala clandestina”.
Destacó que los buenos productores forestales y ejidatarios que protegen los bosques, invierten en silvicultura y siguen trámites legales complejos. “Cuando por otro lado llega alguien que no gasta nada en este manejo, simplemente saca la madera. Ahí tenemos un impacto ecológico y en la economía de la producción forestal”.
Redacción: Wendy Aceves Velázquez
Fotografía: Jorge Alberto Mendoza
Nota publicada en la edición 884 de Gaceta UdeG